Absorción de humedad
Los caramelos liofilizados son extremadamente higroscópicos, lo que significa que absorben fácilmente la humedad del aire. Si se expone a ambientes húmedos, puede reabsorber agua rápidamente, lo que puede hacer que pierda su característico crujido y se vuelva suave o incluso pegajoso. Esto no sólo afecta la textura sino que también proporciona un entorno favorable para el crecimiento de microorganismos, lo que podría provocar su deterioro.

Oxidación
Aunque el proceso de liofilización elimina la mayor parte del agua, lo que inhibe el crecimiento de muchos microorganismos que causan daños, las grasas y aceites presentes en algunos dulces aún pueden ser susceptibles a la oxidación. Con el tiempo, la exposición al aire puede hacer que estos componentes se vuelvan rancios, lo que genera sabores y olores desagradables que hacen que el dulce sea desagradable.

Temperatura extrema
Almacenar caramelos liofilizados a temperaturas muy altas puede acelerar el proceso de deterioro. El calor puede hacer que las reacciones químicas se produzcan más rápidamente, provocando cambios de color, textura y sabor. Por otro lado, las temperaturas extremadamente bajas, aunque generalmente no causan deterioro, a veces pueden hacer que el caramelo se vuelva quebradizo y se rompa más fácilmente, afectando su calidad y apariencia.

Contaminación microbiana
Si bien la liofilización reduce significativamente la carga microbiana, no esteriliza completamente los dulces. Si el caramelo entra en contacto con superficies contaminadas o si se siguen prácticas de manipulación inadecuadas durante la producción, el embalaje o el almacenamiento, existe riesgo de crecimiento microbiano. Esto puede provocar deterioro, formación de moho y posibles riesgos para la salud si se consume.

Estimaciones de vida útil
En condiciones óptimas de almacenamiento, que normalmente implican mantener los dulces en un lugar fresco y seco en un recipiente hermético, los dulces liofilizados pueden durar de varios meses a un año o más. Sin embargo, esto puede variar según el tipo de caramelo, sus ingredientes y las condiciones específicas de almacenamiento. Por ejemplo, los caramelos con mayor contenido de grasa o azúcar pueden tener una vida útil más corta en comparación con aquellos con composiciones más simples.
